Guillermo Andino y Carolina Prat: la fórmula del amor

Con el paso del tiempo, Guillermo Andino aprendió que al cariño hay que sembrarlo cada día y que se sustenta por la consideración y el respeto. Su vida se transformó hace 22 años, cuando conoció a la novia de sus sueños y empezaron una relación que hoy está más fortalecida que nunca.

El amor del periodista tenía un nombre: Carolina Prat. Todo fue mutuo y no tardaron en llegar al altar. Esto lo contaron en una entrevista en exclusiva a la revista Caras, donde dijeron que un alfajor Jorgito los unió para siempre. Esa fue la golosina que él le obsequió y ella aseguró que se lo había regalado "el hombre de mi vida".

Se casaron el 12 de abril de 2000, tienen 3 hijos, Sofía, Victoria y Ramoncito. Ellos son el motor que los impulsa a seguir apostando por el lazo. De aquel chispazo a primera vista pasaron más de dos décadas y se afianza en el respeto mutuo.

Guillermo dice que no hay recetas aunque se casó sabiendo que lo haría "para toda la vida". Asegura además que la convivencia se basa en el diálogo. Mientras que Caro coincide y agrega otros dos condimentos: la admiración y complicidad.

Ella enfatiza que "no hay un secreto. Eso es magia". También tuvieron sus malos momentos, pero lo salvaron con humor, que puede convertirse en un escape en las ocasiones no tan buenas. Por supuesto, señalan que la confianza es fundamental.

Carolina es contundente al afirmar que "cada uno tiene si espacio propio y su libertad", lo que también los hace crecer como personas. Nunca perdió su identidad "por ser la esposa de Guillermo Andino", al contrario, la independencia resulta necesaria para afianzar el vínculo.

El conductor asegura que no concibe estar sin su media naranja. Sabe que las posibles diferencias que pudieran surgir se resuelven a través de la charla sincera. Sin embargo, reconoció que él es quien afloja primero, lo que no quiere decir que sea débil, sino que sabe que ella es su "inyección de ánimo diaria". También entiende que la guía de su enamorada es imprescindible para su crecimiento profesional.

Guillermo aprendió que su familia es su pilar ante las vicisitudes de la existencia. Y no tiene miedo al decirlo. Es fuerte porque ellos le brindan el apoyo que necesita. Hoy mira hacia atrás y no se arrepiente de lo que juntos han construido desde aquel entonces.