ISLA DE PASCUA

Más Allá de los Horizontes: Desvelando los Secretos Sensoriales de Rapa Nui

Prepárate para un viaje inolvidable a la isla más remota del mundo. Desde los misteriosos moáis hasta los sonidos del océano y los aromas de la vegetación, la Isla de Pascua te sumergirá en una experiencia multisensorial única.
jueves, 2 de mayo de 2024 · 03:26

Los visitantes de la Isla de Pascua experimentan algo único: un destino enigmático y cautivador. A menudo se cree que los seres humanos tenemos solo cinco sentidos: gusto, olfato, vista, oído y tacto. Sin embargo, según la neurociencia, en realidad contamos con siete sentidos. Además de los cinco conocidos, también percibimos nuestro propio cuerpo y sus movimientos. En esta isla, exploraremos cómo estos siete sentidos se despiertan y nos conectan con su esencia y legado. Imagina llegar a una isla remota en medio del océano Pacífico y encontrarte con cientos de gigantescas cabezas de piedra que parecen observarte fijamente.

La Isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui, es una de las islas habitadas más aisladas del mundo. Se encuentra en el océano Pacífico, a más de 3.000 km de la costa de Chile. Los primeros habitantes de la isla fueron los polinesios, quienes llegaron en canoas desde otras islas del Pacífico, probablemente desde las Marquesas, entre los siglos IV y XIII d.C.

La cultura rapanui es famosa por sus moái, que son enormes estatuas de piedra con forma humana. Estas estatuas representaban a los ancestros y se colocaban sobre plataformas ceremoniales llamadas ahu. Muchos de los moái fueron tallados en la cantera de Rano Raraku, donde aún se pueden ver cientos de estatuas inacabadas o abandonadas. La isla es un destino turístico popular debido a su naturaleza y la cultura ancestral de la etnia rapanui. Para preservar estas características, el pueblo rapanui administra el parque nacional Rapa Nui a través de la Comunidad Indígena Polinésica Ma’u Henua, mientras que la Unesco declaró este parque como Patrimonio de la Humanidad en 1995.

Sin embargo, en la actualidad, hay quienes afirman que al visitar y estar presente en esta isla, experimentan una conexión especial y desarrollan aún más sus sentidos. Los moái, como se conocen estas estatuas, representan el legado de una antigua civilización que habitó la isla hace más de mil años.

Estas figuras, que pueden pesar más de 80 toneladas, fueron talladas en el volcán Rano Raraku y luego transportadas a diferentes plataformas ceremoniales llamadas ahu, donde se dispusieron mirando hacia el interior de la isla. La isla está formada por tres volcanes, lo que le otorga una forma triangular y una topografía irregular. El volcán Rano Kau posee un cráter con un lago interior, donde crecen plantas endémicas y se pueden observar aves marinas.

En el punto más alto de la Isla de Pascua, se encuentra el volcán Maunga Terevaka. Desde su cima, se puede contemplar el horizonte en todas direcciones. El volcán Poike, el más antiguo y erosionado, también alberga una cueva con pinturas rupestres. Sin embargo, lo que más impresiona al llegar a la isla son los moáis, esas gigantescas estatuas de piedra que representan a los ancestros de los habitantes locales.

(Fuente: Pinterest).

Cada moái tiene una forma, un tamaño y una expresión únicos. Estas características reflejan la personalidad y el linaje de los antepasados que representan. No solo por la belleza de sus paisajes, sino también por la historia y la cultura que se reflejan en estas imponentes estatuas, los moáis nos cuentan la historia de una civilización que se desarrolló en aislamiento durante siglos y logró crear una obra de arte única en el mundo.

Los moáis de la Isla de Pascua nos muestran tanto la grandeza como la decadencia de una sociedad que enfrentó desafíos ambientales, sociales y políticos. Estas imponentes figuras, que pueden medir hasta 10 metros de altura y pesar más de 80 toneladas, fueron talladas hace siglos en el volcán Rano Raraku. Luego, se transportaron a diferentes plataformas ceremoniales llamadas ahu, donde se dispusieron mirando hacia el interior de la isla.

Los moáis son el símbolo por excelencia de la Isla de Pascua y de su cultura ancestral. Al contemplarlos, uno experimenta una sensación de respeto, admiración y misterio. Estas enigmáticas estatuas siguen fascinando tanto a los arqueólogos como a los turistas que visitan y admiran la isla. Los moáis son verdaderamente el emblema de la Isla de Pascua y su rica herencia cultura.

 Las majestuosas obras de arte en cuestión son los moái, gigantescas estatuas de piedra que se encuentran en la Isla de Pascua (también conocida como Rapa Nui). Estas impresionantes figuras, talladas en el volcán Rano Raraku, representan a los ancestros de los habitantes de la isla. Su peso puede superar las 80 toneladas y se colocan sobre plataformas ceremoniales llamadas ahu. Al llegar a la Isla de Pascua, uno se encuentra con estas imponentes estatuas, que transmiten una sensación de respeto, admiración y misterio. Además, invitan a reflexionar sobre la historia y el futuro de la humanidad. Uno de los lugares más impresionantes para ver los moái es el ahu Tongariki, donde 15 de estas estatuas se alinean frente al mar.

(Fuente: Pinterest).

Los lugares más emblemáticos de la Isla de Pascua

  • Ahu Nau Nau

El Ahu Nau Nau se encuentra enmarcado entre las palmeras, la blanca arena y el azul turquesa de la exótica playa de Anakena. Esta visión es, sin lugar a dudas, una de las más hermosas que se pueden tener en Isla de Pascua. Las estatuas en este ahu son los moai mejor conservados de toda la isla. Estas majestuosas obras de arte, talladas en piedra, transmiten una sensación de respeto, admiración y misterio. Además, nos invitan a reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad1.

El ahu Nau Nau está situado a unos 150 metros hacia el interior de la tranquila orilla de la playa de Anakena. Según la tradición oral, aquí establecieron su residencia los jefes de alto rango del poderoso clan Miru. Fue también donde el primer rey de la isla, el Ariki Hotu Matu’a, desembarcó con sus hombres y estableció el primer asentamiento que dio origen a la cultura Rapa Nui.

Las excavaciones arqueológicas revelaron que hubo al menos tres periodos de construcción en este ahu, con fases que datan desde el año 1100 d.C. hasta el 1400 de nuestra era.

  • Ahu Akivi

Ahu Akivi es un yacimiento arqueológico único. Se encuentra en el flanco suroeste del volcán Maunga Terevaka, el punto más alto de toda la isla. A diferencia de la mayoría de las plataformas ceremoniales, Ahu Akivi está en el interior de la isla.

Este ahu alberga siete moai, que son los únicos de toda la isla que miran al mar. Se cree que fueron colocados aquí unos 150 años antes del primer contacto con los visitantes europeos. Esto sugiere que en esa época todavía reinaba la estabilidad política y la abundancia económica necesarias para llevar a cabo una construcción de este calibre.

Además de su singularidad, Ahu Akivi también funciona como un preciso observatorio astronómico. La orientación de los moai está relacionada con los equinoccios y solsticios. La leyenda cuenta que estos siete exploradores fueron enviados por el rey Hotu a Matua antes de su viaje colonizador. Su presencia en Ahu Akivi es un testimonio de la rica historia y misterio de la isla.

En cuanto a los sonidos, el mar es una parte fundamental de la vida en la Isla de Pascua. El sonido de sus olas bravas y espumosas, que bañan las costas, es la fuente de vida para los rapa nui, el pueblo originario de la isla. El mar, al que llaman Te Moana Nui a Kiva, atrajo a los primeros pobladores polinesios a la isla, les proporcionó alimento y recursos, y los aisló del resto del mundo durante siglos. Además, el mar es el escenario de la competencia del hombre pájaro, una tradición ancestral que coronaba al ganador como líder espiritual y político de la isla por un año.

(Fuente: Pinterest).

Las ondas sonoras de la isla te envuelven con su fuerza, ritmo y melodía, conectándote con la naturaleza y la historia del lugar. Transmiten la energía, vitalidad y magia característica de la isla. El canto de los pájaros es otro regalo de la naturaleza que experimentan quienes la visitan.

Los pájaros también nos revelan la diversidad de especies que habitan allí. Desde el tiuque, un ave rapaz que se alimenta de roedores, hasta el toromiro, un pequeño pájaro amarillo que se extinguió en la isla en los años 70. Estas aves nos recuerdan la importancia que tuvieron para los rapa nui, quienes las veneraban como mensajeros de los dioses y símbolos de fertilidad.

Los cantos, trinos y graznidos de la isla te deleitan, llenando el aire de armonía y alegría. Estos sonidos te ayudan a conectar con la naturaleza, la biodiversidad y la espiritualidad del lugar. Además, el suave murmullo de la brisa del viento también contribuye a la esencia de la experiencia.

El olfato se intensifica en la Isla de Pascua gracias a los aromas que emanan de su flora y su gastronomía. La vegetación diversa y exuberante, con palmeras, plátanos, hibiscos, jazmines y gardenias, impregna el aire con su fragancia dulce y tropical. Además, la cocina auténtica y deliciosa de la isla se basa en productos del mar y la tierra, como el atún, el pulpo, el camote, el taro y el plátano.

Uno de los platos más emblemáticos y sabrosos es el curanto, que se cocina en un hoyo en el suelo, cubierto con piedras calientes y hojas de plátano. Esto le da un sabor ahumado y jugoso. El olfato nos permite disfrutar de los sabores y esencias de la isla, acercándonos a su cultura e identidad. La gastronomía local combina influencias polinesias, chilenas y europeas.

Algunos platos que no debes dejar de probar incluyen el ceviche de atún, el pescado frito con arroz y ensalada, el pastel de plátano con carne, el poe de zapallo y el mahi mahi, un postre a base de plátano, harina, leche y azúcar. El sentido del gusto te permite saborear la isla y sus productos, llenándote de energía y vitalidad.

(Fuente: Pinterest).

En la Isla de Pascua, muchos visitantes destacan el olfato como uno de los sentidos más apreciados. Los aromas transportan a un mundo mágico y ancestral, donde la naturaleza y la cultura se fusionan. Pero no es solo el olfato lo que nos conecta con esta tierra remota.

El tacto también desempeña un papel fundamental. Al entrar en contacto con los elementos naturales y los objetos artesanales de la isla, experimentamos una conexión especial. Puede ser emocional, intelectual, estética o espiritual. Al tocar collares de conchas, estatuillas de madera, tatuajes de henna o sombreros de paja, nos sumergimos en la esencia de la isla y su creatividad.

La conexión intelectual surge al aprender algo nuevo, resolver un enigma o descubrir una historia. La estética se manifiesta al apreciar la belleza, originalidad o armonía de un objeto. Y la conexión espiritual se establece al sentir una energía, inspiración o trascendencia. Así, quienes visitan la Isla de Pascua encuentran en el tacto una forma especial de conectar. Es un momento para absorber la energía y descubrir los misterios de este lugar desde otro sentido

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